“Un día el río Po encontró un Poporo cuyas raíces están al otro lado del océano Atlántico. Después de muchas lunas que viajaban de este a oeste, Po y Poporo se miraron a los ojos y vieron el reflejo de una chispa. Com, la canoa silenciosa que siempre había estado en la ribera los miraba y los escuchaba y, como una fiel amiga custodiaba los secretos de los dos. Al notar el amor que surgió entre los dos, se ofreció amorosamente a ser testimonio de las nupcias. Se tomaron de las manos y avanzaron juntos toda la noche; con el pasar de las horas, los tres fundidos en un dulce abrazo esperaron el amanecer. Y la luz los llenó de alegría. Con la mirada luminosa y la sonrisa en los labios fluían libres entonando una canción tribal que salía del corazón: Poporocom Poporocom Poporocom”